domingo, 16 de diciembre de 2018

Esto no es la literatura


© J. Gari Melchers

En noviembre y en diciembre de 2016 publiqué sendas entradas tituladas «Esto no es la literatura». Por seguir el hilo, me permito rescatar estas líneas de un texto que me publicaron en la revista Alcántara en 2006 y que sirvió para inaugurar el curso en el Colegio Mayor Universitario Francisco de Sande: «La literatura, lejos de afectar al sentido de la vista, debilitándolo y fatigándolo —por la lectura—, lo agudiza, porque potencia la observación de la realidad, y nos aporta herramientas nuevas para su interpretación. Intento transmitir algo a través de este tipo de aseveraciones a mis alumnos en clase, pero, verdaderamente, en lo que me afano es en que capten las enseñanzas que nos aporta el simple y entero disfrute del texto literario, además de que puedan obtener unos mínimos rudimentos para la hermenéutica y el análisis de procedimientos de presentación artística de lo que sea. Una novela o una obra de teatro pueden presentar actitudes humanas comentables. El amor impávido de Florentino Ariza en El amor en los tiempos del cólera de García Márquez, la rebeldía torrencial y trágica de Adela en La casa de Bernarda Alba de García Lorca o el aliento tabacoso del guripa de Rabos de lagartija de Juan Marsé podrían ser el amor de nuestro amante, la rebeldía de una mujer conocida o el pestífero aliento de un vecino, y, como tales, analizables en tanto que actitudes o rasgos de seres semejantes, es decir, y también, características y actitudes reales de personajes ficticios. Por eso, en algunas películas americanas vemos a esos atractivos profesores de literatura en conversación con sus alumnos reflexionando sobre los celos de Otelo» («Las enseñanzas de la literatura», Alcántara. Revista del Seminario de Estudios Cacereños, núm. 65 (2006), págs. 17-18)

miércoles, 25 de julio de 2018

Los frutos

Con Guadalupe, compañera de departamento y no hace tanto brillante alumna de la primera promoción del Grado de Filología Hispánica en el curso 2012-2013, he podido ver esta mañana la lista de «aspirantes seleccionados provisionales» en las recientes oposiciones de Enseñanza Secundaria en Lengua y Literatura, es decir, de futuros profesores de esta materia en institutos extremeños. Da mucha alegría encontrarse con tantos nombres conocidos. Me emociona. A medida que pasan los años yo creo que —casi como una manera de resistirme al paso del tiempo, de mi tiempo— voy estrechando más la relación con mis alumnas y mis más escasos alumnos, y sé mucho de todos. Es un conocimiento humano al que sumo mi condición de profesor, la principal en estos casos, que es la que lo propicia todo después de más de treinta años de profesión. Así que es un orgullo ver en la lista a Juana, a Carmen, a Rui, a Reyes, a Jorge, a Óscar, a Sandra, a Antonio, a Ana, a Enrique, a Ana Belén, a María Jesús, a Ana M., a Ismael..., a tantos antiguos alumnos formados en mi Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres y que dentro de nada comenzarán a formar a estudiantes de Secundaria y Bachillerato que podrán seguir nutriendo estas aulas en las que aún algunos seguimos disfrutando de este trabajo gustoso. Y los que llegarán, en futuras convocatorias de sustituciones, interinidades y oposiciones. Qué ganas. Porque ojalá algún día la consejería del ramo incluya la vocación y las ganas como materia evaluable, como mérito baremable. ¿Cómo? —me dirán. Es fácil; esas cosas se saben. Eso se nota cuando el profesor no es solo el portavoz de una autoridad o un conocimiento o una aptitud que sale de la tarima. No. Como dijo el otro: esas cosas se saben. Esta misma tarde me escribía uno de mis alumnos mencionados: «Uno se debe siempre a quienes le hicieron, así que, felicidades a todos y gracias por lo que en su día me llevé y todavía me acompaña». Felicidades. Un trabajo gustoso.

jueves, 21 de junio de 2018

En torno a Torres Naharro


Aprovechando la representación de esta noche (22:30 en el Palacio de las Veletas) de la Comedia Aquilana, de Bartolomé de Torres Naharro, por la Compañía Nao d'amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico, en el XXIX Festival de Teatro Clásico de Cáceres, se celebra esta tarde un encuentro «Resucitar a Torres Naharro», en el que participarán los actores y músicos que participan en el montaje, junto a su directora, Ana Zamora, y al profesor de la Universidad de Extremadura, Miguel Ángel Teijeiro Fuentes, que fue el director del Congreso «Bartolomé de Torres Naharro en los orígenes del teatro renacentista español», celebrado en Torre de Miguel Sesmero y Cáceres en octubre del año pasado. Hace unos años, en 2012, celebramos un encuentro parecido en torno a la representación de las Farsas y églogas de Lucas Fernández, en el mismo espacio, el patio de la Biblioteca Alonso Zamora Vicente, y el formato y los contenidos resultaron muy atractivos, como esta tarde ocurrirá igualmente. Será a las 19:00 horas (Biblioteca Zamora Vicente. C/ Cuesta de Aldana, 5. Cáceres) y la entrada libre hasta completar aforo.

miércoles, 20 de junio de 2018

Oeste XXI en el Congreso de la Asociación Hispánica de Humanidades

Participo hoy en una mesa redonda en el IX Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Humanidades, que ha comenzado esta mañana en Cáceres (en el Instituto de Lenguas Modernas) y que durará hasta el viernes 22, cuando se clausure tras una conferencia plenaria de Malcolm Compitello, de la Universidad de Arizona, sobre «Cartografías culturales españolas modernas». El programa es nutridísimo —el libro editado con todos sus contenidos tiene ciento sesenta y cinco páginas, casi tantas como congresistas participantes— y es todo un acontecimiento que la ciudad de Cáceres acoja esta reunión científica que ha adoptado el título de Aportaciones y retos de la tradición cultural hispánica en una sociedad global. La mesa de esta tarde (19:30 horas) tiene el epígrafe «Oeste XXI», para tratar las artes y las letras en la Extremadura contemporánea, sobre cómo se ha superado la noción localista de una cultura «extremeña» para incorporar Extremadura como espacio de referencia de una creación artística de calidad, y referente en un ámbito internacional. Las obras de quienes intervienen en la mesa de debate lo muestran. Dos poetas —Ada Salas y Álvaro Valverde—, un artista plástico —Hilario Bravo— y una cineasta —Irene Cardona.

viernes, 18 de mayo de 2018

Soldados de Salamina

Mis alumnos vuelven a leer este curso la novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina (2001). Lo están haciendo bien, en términos generales —como suele decirse—, a juzgar por lo que comentan en las entrevistas que estamos manteniendo sobre las lecturas del programa. A los que han pasado ya por esta prueba, y a los que tienen que pasar, recomiendo que vean esta noche de viernes, a las 21:00 horas, en La 2 de RTVE, la película que estrenó en 2003 David Trueba basada en la novela de su amigo.

martes, 17 de abril de 2018

Vicente Cervera en Letras


Ayer, al terminar una reunión, me despedí de unos colegas diciéndoles que iba a una conferencia a formarme. Era la de Vicente Cervera Salinas, catedrático de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Murcia. Fue en el aula 27, en la que mi compañero Ignacio Úzquiza da sus clases —de 13:00 a 15:00— de Fundamentos de la Literatura Hispanoamericana en el primer curso del grado de Filología Hispánica. Dije «formarme» y me formé. Vicente Cervera dio ayer una clase magistral sobre Jorge Luis Borges que vino a ser una de las más ilustrativas introducciones —e incitaciones a su lectura, en la medida correcta de quien se dirige a estudiantes que no saben, o no manifiestan saber, en qué siglo escribió ese escritor argentino— que yo he conocido sobre la trayectoria literaria del autor de El hacedor, libro al que Cervera aludió en varios momentos de su intervención. Faltaron los textos. Qué bien habría estado mostrar —y tenemos medios en el aula—, qué sé yo, el «Poema de los dones» —cuyos primeros versos Vicente Cervera recitó de memoria—: «Nadie rebaje a lágrima o reproche / Esta declaración de la maestría / De Dios, que con magnífica ironía / Me dio a la vez los libros y la noche.», o algunas de las pocas porciones de «El inmortal», de El Aleph. O la dedicatoria imposible de El hacedor a Leopoldo Lugones, que fue como un resumen de la charla de un Vicente Cervera que acabó leyendo, también de memoria, el soneto «Everness», de El otro, el mismo, para hablar de la memoria; y un poema propio, de un libro, El alma oblicua (Verbum, 2003). Le dije al final de su charla que mi primera conferencia como profesor, hace ya más de treinta años, fue sobre la poesía de Borges, a la que él dedicó su tesis, que defendió en 1989; que compré poco después de su publicación Los conjurados (1985), el último libro del maestro; y ahora le diría que en las primeras páginas de mi ejemplar de ese poemario acabo de encontrarme un recorte abarquillado —por el color— de El País, de 30 de abril del año de su muerte —1986— titulado «Del cielo y del infierno», a cuyo sentido Vicente Cervera aludió ayer en varios momentos de su clase. Una clase sencilla y magistral.

miércoles, 11 de abril de 2018

Javier Cercas con asterisco


Mañana será la última de las dos sesiones de dos horas que voy a dedicar este curso a Soldados de Salamina, de Javier Cercas, y la primera vez que lo haga a partir de una edición anotada, muy rigurosa, muy bien hecha, y muy reciente —hasta noviembre de 2017 no me llegó mi ejemplar— que ha publicado Ediciones Cátedra en su colección Letras Hispánicas: Javier Cercas, Soldados de Salamina. Edición de Domingo Ródenas de Moya. Madrid, Ediciones Cátedra (Col. «Letras Hispánicas», 790), 2017). No hace tanto que programé por primera vez esta excepcional novela —dice Domingo Ródenas que dijo «en 2010 el premio Nobel japonés Kenzaburo Oé que Soldados de Salamina le pareció "una obra maestra" y no seré yo quien le contradiga» (pág. 172)— en mis clases de cuarto de Filología Hispánica, y ha sido una satisfacción en estos años incorporar novedades editoriales sobre el texto que nos ocupa. En el curso pasado fue la «edición escolar» con prólogo de Ángel Esteban y material didáctico de Yannelys Aparicio y Ángel Esteban (Madrid, Debolsillo, 2016), y ahora este espléndido estudio que rodea a un texto que se convirtió en un fenómeno editorial. Una edición como la que ha elaborado Domingo Ródenas de Moya es más que un estudio. Lo es, pero quintaesenciado, reduplicado. La introducción tiene más de ciento cincuenta páginas, y pocas veces tiene tanta justificación tal prolijidad, que aborda la novela como fenómeno de sociología literaria; a su autor, antes y después de Soldados de Salamina; que analiza su concepto de novela —otra vez el punto ciego—; que recorre el texto y su ficción y su realidad; que se detiene en las articulaciones del discurso narrativo —el contrapunto cómico del personaje de Conchi, el relato real, la figura del padre...— y en el tema del heroísmo; que, en fin, interpreta con justeza la obra y responde a muchas de sus miopes e injustas lecturas. Tanto esta introducción como la bibliografía están actualizadas hasta —supongo— no mucho antes de la aparición de la edición, pues se tiene en cuenta la última novela de Cercas, El monarca de las sombras, que tuvo fecha de febrero de 2017. Soldados de Salamina se anota con más de cien notas al pie, muy esclarecedoras, y se culmina con la relación de variantes entre la primera edición y la versión que estableció Cercas en 2015, y con unos apéndices con el epílogo a esa edición, aquel artículo determinante de Vargas Llosa en septiembre de 2001 que aceleró el éxito, y unos textos de Eugenio Montes, Jorge Luis Borges y Thomas Hardy que vienen al pelo para leer a ese Cercas. Ese Cercas que parece un nombre en plural. Más bien dual, lo que justifica la tercera nota de la introducción de esta gran edición: «Como marca de discriminación entre el Javier Cercas real (el autor) y el Javier Cercas ficticio (el narrador), distinguiré a este segundo con un asterisco (*)». Eso sí, yo habría añadido a lo de narrador un matiz: «el personaje».

lunes, 2 de abril de 2018

La detonación


Nunca había programado en clase esta obra de Buero Vallejo, que fue la primera que estrenó muerto el dictador y después de la restauración de unas elecciones libres en junio de 1977, desde las últimas, en febrero de 1936. La mayor parte de mis alumnas —y J.M y C.— la leerán por la edición recomendada, la de Virtudes Serrano (Antonio Buero Vallejo, La detonación. Edición de Virtudes Serrano. Madrid, Ediciones Cátedra, Col. Letras Hispánicas, 636, 2009), que concluye su introducción con palabras que haré mías el primer día que explique la obra en clase: «La detonación sigue siendo una obra imprescindible dentro del teatro español desde la segunda mitad del siglo XX. La doble lectura histórica que propone no ha perdido actualidad más de treinta años después de su estreno, sino que ha ampliado su significado por recuperar para el lector más joven la memoria de un pasado próximo, hoy para muchos ajeno» (pág. 64). Ojalá pueda confirmar esa vigencia de este «drama subjetivo» —como lo denominó Luis Iglesias Feijoo en su clarividente y documentado estudio sobre el teatro de Buero, La trayectoria dramática de Antonio Buero Vallejo (1982)—; porque para mí es eso, más un drama subjetivo que un drama histórico en el que el autor supo manejar muy bien la ambientación en una época y unos personajes tan significativos. Crea la atmósfera histórica para sugerir algo importante e idéntico a la teatralidad que interpela al público contemporáneo. Me he detenido esta tarde en el momento de la segunda parte de la obra en el que Buero hace que los personajes de Espronceda y Larra, muy críticos con la desamortización —«Una farsa indignante», dice Fígaro— visiten a Mendizábal para comunicarle sus reparos. El ministro dice que «La plebe es ignorante. Darle hoy el voto sería el caos. Y todos hemos visto lo que sucede entonces. Asesinatos, motines...». A lo que Larra devuelve: «El poder también asesina»; y poco después, el escritor Buero hace decir al escritor Larra, dirigiéndose a Mendizábal, que «Usted ha sido un político desterrado por servir a la libertad, pero no nos ha dado libertad. Usted ha defendido la causa popular en sus discursos, pero es usted un millonario opulento, y su desamortización es otra hábil jugada de bolsa a favor de los ricos, no de los braceros. En resumen: usted inaugura otra sustanciosa etapa de privilegios. Y nosotros, aunque nos multe o nos encarcele, lo diremos.» A lo que Espronceda, escribe Buero, añade: «Hago mías las palabras de Larra. Y agrego que acaso nadie haya querido ayudarle mejor que nosotros». En la obra también sale Calatrava, un paisano extremeño querido, que era Presidente del Consejo de Ministros cuando Larra se pegó el tiro. En fin, qué delicia preparar clases así. Y, por cierto, la imagen de arriba es como esas que leemos en la prensa diaria, cuando dicen que la infografía es de «elaboración propia». Sí, la mía también, a partir de las ilustraciones de una crítica de Carlos Seco Serrano, el gran especialista en el escritor romántico, publicada en ABC en diciembre de 1977, en la que se notó más al especialista en Larra que al espectador de teatro. Hace cuarenta años.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Día Mundial de la Poesía

SITIO

Generosa poesía! Nos acoges
con qué oído, qué atención interminable!
Nuestra pequeñez juega en tu pecho
y sólo allí somos importantes.

Cada paso, cada eco, cada pena,
cada sucedido que sólo retumba en nuestro pecho,
te encuentra presta, vacía, allí esperándonos,
oyéndonos allí (¿en dónde?), alta, oyéndonos.

Es como un paraje de aguas al que bajáramos rápidos,
allí el silencio, allí el sonido eterno de las aguas
cayendo entre las piedras, a alturas desiguales,
allí lo que no cesa, cuando ya hemos partido.

                                               —Fina García Marruz—

jueves, 8 de marzo de 2018

8 de marzo

Aula 31. 12:05. 4º de Grado de Filología Hispánica. Nadie. Tengo en clase a diecisiete mujeres y dos hombres; y hoy no había nadie. No me importa. Al contrario. Estamos analizando Poeta en Nueva York y había pensado en no avanzar por si algunas alumnas hacían huelga, y dedicar la clase a hablar de mujeres en la historia de la cultura española. Habría estado bien, por no aparcar del todo a Lorca, comenzar recordando la fascinadora interpretación de Silvia Pérez Cruz del «Pequeño vals vienés», y luego citar a Concha Méndez y a María Teresa León, y a «Las sin sombrero», y mostrar un trozo del documental más imprescindible. Habría seguido avanzando en el tiempo y puesto sobre la mesa la eminencia de María Moliner y de su Diccionario; y, qué se yo, comentar un poema de Ángela Figuera y terminar hablando de algún texto narrativo de Carmen Martín Gaite. Me demostraría a mí mismo que las mujeres, en la historia literaria, no han parado nunca, y que hay donde fijarse sin perder nada de calidad ni de miras.

martes, 6 de febrero de 2018

Luis Pastor en el Aula Valverde


Mañana, miércoles 7, el Aula Literaria «José María Valverde» de la Asociación de Escritores Extremeños reanuda su programa de este curso con la lectura de Luis Pastor (Berzocana, 1952). «Soy un verso / lanzado al futuro, / proyecto seguro, / guitarra y canción», dice una de sus letras como un justificante de que esta aula de la literatura y de la palabra vuelve a recibir —ya pasaron por ella Pablo Guerrero y Javier Krahe— a un cantante que escribe. En el Palacio de la Isla de Cáceres, a las 19:15 horas de este miércoles 7 de febrero de 2018.

Xavier Escudero en Letras


Hoy martes 6 de febrero, el profesor Xavier Escudero, de la Universidad de Littoral Côte d’Opale (Boulogne sur Mer, Francia), dirá una conferencia sobre una de sus principales líneas de interés en la investigación: las Formas y aspectos de la decadencia en la novela española del final del siglo XX al principio del siglo XXI, que es el título del libro que está preparando en Francia. Hace semanas que el profesor Ramón Pérez Parejo, que forma parte del equipo de Literatura Infantil y Juvenil de la UEX, se me propuso para invadir benéficamente mis clases de Literatura Española Contemporánea con la aportación de este especialista sobre ejemplos de «decadencia» de la novela española como Luis Landero, Rafael Chirbes, Gonzalo Hidalgo Bayal o Enrique Vila-Matas. Santos todos de mi devoción. En Letras, en el aula 31, a las doce de la mañana. Entrada libre, claro.

jueves, 18 de enero de 2018

Ángel en Letras


© Fotografía de Sandra Sánchez Valares
Esta mañana he intervenido en mi Facultad en el II CICLE (Congreso Internacional de Investigación y Crítica sobre Literatura Española), dedicado a las relaciones hispano-lusas en la literatura, y organizado por jóvenes investigadores y profesores que fueron mis alumnos no hace tanto, con una ponencia titulada «Un mapa sin fronteras de la literatura de Portugal y de España (1985-2008)». Rótulo poco explícito que ha comprendido un nuevo recuerdo de mi querido amigo Ángel Campos Pámpano. Él es quien ha justificado el tramo de mi interés, desde 1985, por su antología —que no pudo llegar a reeditar, como tanto le hubiese gustado— Los nombres del mar. Poesía portuguesa 1974-1984 (Editora Regional de Extremadura), hasta 2008, la fecha de su muerte y de la publicación de su poesía reunida en el volumen La vida de otro modo [Poesía 1983-2008] (Calambur Editorial). Habrá quien diga que soy excesivo y sensiblero; pero he repetido que de Ángel sigo acordándome todos los días. Yo sigo firme. Un colega, al terminar, se me ha acercado para preguntarme cómo podría conseguir la antología de Ángel y su poesía, porque —me ha dicho— «por lo que has leído de él, es de esos poetas que me gustan». Otro colega me ha recriminado no haber sido más contundente y haberme contenido —quizá por pudor— en insistir más en el empeño extraordinario de Ángel Campos Pámpano por la difusión de la literatura portuguesa en España. Quizá por todo esto, he sentido como nunca que no hubiese más personas escuchándome. No, por favor, no soy tan cretino. Lo digo porque sería lógico hablar ante una docena de escuchantes sobre mi genial análisis de una tragedia desconocida de un más desconocido autor escondido bajo el acrónimo «Masara»; pero me entristece que no haya habido más público que —como ese colega que se me acercó al final de la charla— hubiese sabido de la existencia de un personaje extraordinario, de un gran profesor, de un traductor solvente, de un buen poeta, de un amigo. Como si no supiese yo que no es necesario trabajar sobre Ángel para acordarme de él.